Hacer empresa siempre implica asumir riesgos y la mayoría de veces riesgos bastante grandes de que las cosas no salgan bien. Cuanto más lejos quieres llegar, mayores y muchos más son los obstáculos y esto lo saben todos los emprendedores.
Todos hemos recorrido este camino y lo seguimos recorriendo todos los días, es fácil rendirse y buscar otras opciones más seguras. ¿Han escuchado antes: mejor tengo un empleo de medio tiempo que me asegure una base estable mientras esto sale adelante ? ¿ No suena tentadora esa idea?
Todos tenemos dificultades y todas son importantes porque es una cuestión de perspectiva. Hay algunos de nosotros que estamos restringiendo algunos lujos, hay otros que hemos tenido que vender algunas cosas para inyectarle capital a la empresa, hay otros que hemos tenido que vender cosas para poder comer, hay otros que no hemos podido comer algunas veces y así sigue la lista. A pesar de toda esa diversidad lo que sí es seguro, es que para cada uno de nosotros, esos problemas y dificultades son las más importantes del mundo.
Ponemos límites a lo que a veces consideramos una locura: “voy a trabajar en este emprendimiento por 6 meses y si no funciona cambio”, “le voy a apostar por última vez a esto”, “cuando mi cuenta baje a $10.000 dolares me salgo”. Pero en el fondo sabemos que no vamos a detenernos hasta que funcione. Y si no es con esta idea, pues hay una lista de otras.
No debemos acostumbrarnos a fracasar, eso no es bueno. Debemos mejorar siempre y tener una estrategia de trabajo que nos lleve a buen puerto. Pero no debemos rendirnos.
Estos días estábamos conversando con Max sobre Winston Churchill, que en 1940, con las fuerzas de Hitler a solo 80 km de la costa inglesa y después de 2 años de guerra, se dirige a su pueblo y les da un mensaje: no podemos fallar, continuaremos hasta el final, nunca nos rendiremos.
Es en estas situaciones difíciles, que a veces vemos como imposibles, se forma el carácter del emprendedor, de eso estamos hechos. Pero como somos humanos es normal cansarnos, asustarnos, preocuparnos, desilusionarnos, enfurecernos. ¿Cómo salimos de ahí? No nos quedemos con eso por dentro. Si es necesario vamos a correr, gritar, pelear, bailar, llorar, a pegarle a las piedras, a abrazar árboles. Pero volvamos pronto y pensemos: ¿Cómo podemos hacerlo mejor esta vez ?
El objetivo que tenemos todos es común y es el mismo que Churchill le dijo a su pueblo:
“Me preguntan, ¿cuál es nuestro objetivo? Puedo responder en una palabra. Es victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar de todo terror, victoria, por larga y dura que sea el camino; porque sin victoria, no hay supervivencia. ”
Winston Churchill,1940